Artículo de opinión publicado en Berria
La
abdicación de Juan Carlos I y su sucesión por su hijo Felipe ha
situado en primer plano la cuestión de la forma de gobierno en el
Estado Español. La abdicación también es símbolo de un sistema
político que tiene su origen en la transición que esta dando
evidentes síntomas de agotamiento.
Se va
Juan Carlos I cuestionado desde muy distintos ángulos y llega Felipe
(el VI, dicen) dentro de una operación político-institucional que
empieza a dar sus primeros pasos destinada a cambiar algo para que
todo siga dentro de los parámetros diseñados por los poderes
políticos y económicos. Operación que sigue negando papel y
espacio a la ciudadanía. Ciudadanía que ha mostrado ya evidentes
síntomas de rebeldía frente al actual estado de las cosas. El 15M,
las marchas del pasado 22 de marzo, el movimiento contra los
desahucios o el movimiento de las mareas, la expresión de
insatisfacción nacional en Catalunya y Euskadi; el crecimiento
electoral de expresiones de izquierda que cuestionan el bipartidismo
y el propio régimen… todo ello da paso ante la abdicación a que
la ciudadanía pida la convocatoria de un referéndum para decidir
entre Monarquía o República. Pero quienes han diseñado la
operación política antes señalada no pueden aceptar abrir lo que
para éllos no deja de ser una “caja de Pandora”. Por eso la
exigencia de referéndum es básica, pero se queda coja sino se
acompaña de otras reivindicaciones de carácter más global.
Este
miércoles se votará la ley de sucesión de la misma manera que en
su día se modificó el artículo 135 de la Constitución. Sin
debate, con urgencia, con secretismo… y una medida tiene que ver
con la otra. Son el síntoma de que el régimen bipartidista
(PP-PSOE) apuesta por unas reformas que sirvan para mantener el
privilegio de las élites. Se ignoran derechos sociales conquistados
con la pelea de años. Se gobierna al dictado de la Troika y contra
la mayoría…. Por eso la cuestión no es “reformar” la
Constitución, la cuestión es dar paso a un nuevo proceso
constituyente. Es el tiempo de pasar de la protesta a la propuesta,
destacando en este sentido el trabajo de personas como Julio Anguita,
o más recientemente, Alberto Garzón.
Propuestas
de un proceso constituyente para dar respuesta a lo que este régimen
ni quiere ni puede dar. El Estado Español es en sus actuales
estructuras un estado cuestionado. Cuestionado en lo social, en lo
económico y en su forma territorial. Afortunadamente también cada
día más se cuestiona lo que “corona” todo este estado de cosas:
la Monarquía.
Así
nos encontramos que referéndum, proceso constituyente y República
se dan la mano en una dinámica que ha venido para quedarse y no es
flor de un día. Dinámica que puede y debe ser compartida desde los
distintos planteamientos federalistas e independentistas. Es un punto
de encuentro donde ambos planteamientos salen reforzados. Encuentro
frente a los reformadores-continuistas. Encuentro para reconquistar
derechos sociales arrebatados en estos últimos años. Encuentro para
saber que sin reconocer el carácter plurinacional del Estado Español
y el derecho de autodeterminación la insatisfacción nacional en
Euskadi o Catalunya difícilmente puede tener solución. Encuentro
que abra las puertas a la IIIª República y, si así lo decidimos la
ciudadanía vasca, a la Iª República de Euskadi. Por eso, y para
finalizar, creo que sí en el Estado Español no se instaura la IIIª
República muy difícilmente aquí habrá Iª. Es la hora de apostar
porqué la ciudadanía decida.
José Manuel Ferradás.