Ayer se inauguro en Errenteria el "Paseo Miguel Hernández - Miguel Hernández Pasailekua" en homenaje y recuerdo al poeta alicantino. En el acto han intervenido el Alcalde de Errenteria, Julen Mendoza y el miembro de la Agrupación Republicana de Oarsoaldea "Pikoketa" Iñaki Villagrán,
Julen Mendoza, leyó un texto del poeta chileno Pablo Neruda, en el que glosaba la importancia de la figura de Miguel Hernández y la necesidad de reivindicarle y de «darle luz». Mendoza dijo que con el acto de ayer se recuerda no sólo al poeta alicantino «sino a todas las personas que murieron por una causa justa, que las clases populares determinen cúal va a ser el futuro del mundo. Recordar por qué murieron e intentar conseguir el objetivo por el que murieron».
La intervención de Iñaki Villagrán se incluye a continuación:
Julen Mendoza, leyó un texto del poeta chileno Pablo Neruda, en el que glosaba la importancia de la figura de Miguel Hernández y la necesidad de reivindicarle y de «darle luz». Mendoza dijo que con el acto de ayer se recuerda no sólo al poeta alicantino «sino a todas las personas que murieron por una causa justa, que las clases populares determinen cúal va a ser el futuro del mundo. Recordar por qué murieron e intentar conseguir el objetivo por el que murieron».
La intervención de Iñaki Villagrán se incluye a continuación:
HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ
(31/X/15)
Fieles al legado que dejaste, nos hemos reunido en torno a ti, Miguel, para evocar de nuevo tu figura sencilla de poeta campesino, de cantor del pueblo y para el pueblo. Porque tú, humilde pastor de cabras, no tuviste otra musa que el calor del rebaño, el silbido del viento y el olor a tomillo y a romero.
La fama te vino temprana, como temprana madrugó la madrugada. Pero pronto descubrirse que tu lugar no estaba allí, en aquella marabunta rebosante de ilustrados e intelectuales. Y regresaste. No, tu mundo era otro mundo, Miguel. Tu mundo era tu huerta, tu río, tu patio y tu montaña.
Tus versos rezuman amor y pasión a borbotones; esa pasión que un padre siente por su hijo:
En la cuna del hambre / mi niño estaba
con sangre de cebolla / se amamantaba.
Pero tu sangre / escarchaba de azúcar
Cebolla y hambre.
…………………………..…
Tu risa me hace libre / me pone alas
soledades me quita / cárcel me arranca.
Boca que vuela / corazón que en tus labios
relampaguea.
…………………………..
Vuela niño en la doble / luna del pecho.
Él, triste de cebolla / Tú, satisfecho.
No te derrumbes / No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Pero también nos muestran el hambre, el dolor y la injusticia:
Carne de yugo ha nacido / más humillado que bello
con el cuello perseguido / por el yugo para el cuello.
…………………………………..
Contar sus años no sabe / y ya sabe que el sudor
Es una corona grave / de sal para el labrador.
………………………………….
Me duele ese niño hambriento / como una grandiosa espina
y su vivir ceniciento / revuelve mi alma de encina.
……………………………….
¿Quién salvará a ese chiquillo / menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo / verdugo de esa cadena?
Que salga del corazón / de los hombres jornaleros
que antes de ser hombres son / y han sido niños yunteros.
En tus poemas, expresas el desgarro y desconsuelo por la pérdida del amigo, al que invocas desesperado:
A las desalentadas amapolas / daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado / que por doler me duele hasta el aliento.
…………………………….
A las aladas almas de las rosas / del almendro de nata te requiero
Que tenemos que hablar de muchas cosas / compañero del alma, compañero.
Tu poesía nos habla de la guerra, escrita a golpe de mosquetón en una trinchera del Quinto Regimiento, allá en el frente de Teruel. Y también de la soledad; de esa soledad que sentiste al ver partir hacia exilio a tus compañeros, poetas y escritores, que habían luchado contigo por una república, que agonizaba sin remedio.
Llamo a los poetas, les decías suplicándoles que se quedaran, que siguieran combatiendo junto a ti. ¿Para qué, Miguel? Si aquella causa estaba ya perdida, brutalmente aniquilada por el puño faccioso. Sí, ellos se fueron. Y tú te quedaste solo, sin más compañía que la doliente negrura de tu celda.
En tus últimos versos, quisiste anunciarnos tu partida:
Qué sencilla es la muerte, qué sencilla.
Pero qué injustamente arrebatada.
…………………….
Aunque bajo la tierra / mi amante cuerpo esté
escríbeme a la tierra / que yo te escribiré.
Pero ante todo, Miguel, tú has sido y seguirás siendo el cantor de la libertad; de esa libertad perdida, que aún hoy está tan vacía y ausente como ayer. Libertad: palabra ansiada y maldita.
Por ello, queremos volver a sentir contigo la emoción de recitar estos versos:
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
………………………..
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas.
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Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada
…………………………...
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.
¡Viva la libertad!